domingo, 21 de diciembre de 2008

♠ 5:13


||Rivsie @ 5:13 | 0 Cmnts||

[Cerca de Polaris Port. Navío inglés y Jerjes, el Tirachinas Volador]

La fuerte brisa mecía las velas semi desgarradas del navío inglés, los marinos destripados gritaban al cielo y el estruendo de los cañones resonaba por encima de todos ellos. O así debería de haber sido, ya que los cañones llevaban ya un buen rato sin ser disparados, y el repicar de las espadas y sables se había ido deteniendo paulatinamente, quedando ahora reducido a gruñidos y malas miradas.

Y es que, en el puente de mando, los capitanes combatían. No era una pelea relativamente espectacular, pero los dos bandos bien sabían que de ella dependía en gran parte el vencedor de toda la contienda. Y aparte de eso, la mayoría de los presentes eran hombres, y el capitán inglés había hecho unos cortes más que interesantes en la camisa blanca de la capitana Eve Leadfoot.

- Tu estás disfrutando con esto, ¿no?- comentó ella desviando una estocada directa a su cabeza. Ella era una señori...una dam...joder, puede que no fuera una señoritinga de esas que llevan cinco capas de enaguas y toda la dentadura de una ballena sujetándola las tetas, pero tampoco era para arruinar su ropa. Además, ella no necesitaba sujeción alguna, vamos.
El hijo de su madre iba a contestar algo mientras las estocadas se sucedían, pero un berrido rompió el silencio imperante en el barco.

- ¡¡A POR ELLOS, CAPI!!- Marcy Naiper había vuelto de su excursión por las entrañas del barco, eufórica de alcohol, resaca y sangre, y se había dedicado a su práctica habitual tras las peleas: Impedir que los abordadores volvieran a su barco cortando las cuerdas. Sólo había un pequeño problema, ellos habían abordado a los ingleses.

Casi todos los piratas fueron hacia ella berreando noes, y finalmente, antes de darla su merecido, prefirieron saltar a la cubierta del barco pirata antes de que fuera demasiado tarde. Por suerte, Jelly Legs Bryan ya se encontraba allí, atando a sus tres candidatos a mister universo con unos lazos de raso rosa que guardaba para la ocasión.

- ¡¡¡ASÍ TE SODOMICE UN KRAKEN, DESGRACIADA!!!- aulló Eve Leadfoot, pasando olímpicamente de la antaño absorbente liza con el cansino ese para cagarse en toda la familia de su segunda a bordo. A esa no la arreglaba ni un paseo por la quilla. El capitán inglés, bastante inconscientemente, decidió aprovechar el momento para capturar a su rival, pero justo la capitana decidió escenificar como el enorme animal de las profundidades iba a lograr tal hazaña con pelos y señales, y uno de sus bruscos gestos con el codo acertó al pobre oficial en toda la entrepierna.

El inglés, de nombre Damian Gladstone, se derrumbó sobre los listones de madera, soltando la espada para cubrirse la entrepierna mientras ponía los ojos en blanco.
La capitana le dedicó una sóla mirada fugaz, pero le bastó para saber cual era su pasaporte de salida del barco.
Sin perder más tiempo, se colocó detrás de él y posó su hoja donde latía la carótida del capitán.
- Marcy, ve al Jerjes- ordenó, bastante más serena. O al menos en apariencia, porque una sóla mirada suya podía haber hecho explotar la Santa Bárbara.

Esperaría a que la ladrona estuviese al otro lado para lanzarla al hombre fardo y saltar detrás de él, segura de que con tal rehén les dejarían huir sin problemas. Y luego podían vendérselo al esclavista ese que tan buenos precios daba en Isla Moblancos, que los chicos guapos y fuertes le gustaban mucho. Nadie quería saber porqué, realmente.

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viernes, 22 de agosto de 2008

♠ 8:28


||Anónimo @ 8:28 | 2 Cmnts||

[Sagres, La sombra del Kraken. En medio del océano]

1200 millas hacia el este, en mar abierto, un galeón portugués fondeaba meciéndose sobre las olas.
Sus tripulantes permanecían reunidos bajo el sol abrasador, acentuado por el reflejo que producía sobre la superficie, vociferando y bramando improperios, insultos y ofensas.
En lo alto del puente, con las piernas colgando sobre la cubierta, la segunda de abordo Flora Drake observaba la escena en apariencia sin ningún interés. Golpeaba la madera con los tacones y arrugaba la nariz cada vez que llegaba hasta ella el fétido olor que producía el capitán, muerto no hacía ni un día, y que permanecía en cubierta semitapado con un saco hecho jirones.

- ¡Yo dirigiré a esta panda de desden…hip…tados! - Zeff Madfire, cayó de culo sobre uno de los barriles de ron sosteniendo amenazadoramente una botella rota. Y digo amenazadoramente porque Zeff era uno de los tripulantes más temidos estando ebrio; cuanto más borracho iba, de mejor puntería gozaba.

Nadie osó rechistarle, aunque tampoco le dieron su apoyo. El ambiente se caldeaba rápidamente y los tacones de Drake seguían poniéndole la banda sonora. La escena se complicó cuando uno de los casi 180 tripulantes decidió tomarse la justicia por su mano enfrentándose al líder de otro de los grupos que se habían formado. En ese momento Drake saltó sobre la cubierta. Muchas cabezas se giraron parando sus movimientos en el acto. Unos segundos más tarde y la revuelta se hubiera saldado con algunos miembros menos.

No hizo falta que abriera la boca. Tras el capitán, el segundo de abordo era quien mandaba y no había más discusión posible. Aún así, los rumores de que Drake renegaría del puesto cobraban fuerza y eso hacia envalentonarse a la mayoría de los tripulantes. No obstante aquello quedaba lejos (muy lejos) de la realidad.

A Flora le gustaba ver las disputas de la que ahora era su dotación, esperando el momento límite para actuar, y cuando lo hacía sólo una persona era capaz de abrir la boca; el ya nombrado Zeff Madfire.
Aquel hombre había aparecido de la nada, dispuesto a enrolarse aunque no viera un duro por ello. Más tarde, se supo que huía de otro barco pirata con el que el Sagres acabó enfrentándose. Le perseguían, sus pequeños hurtos habían cabreado a los miembros de aquel navío y sobre todo al capitán. Y tenía suerte de haberse librado por los pelos antes de hacer estallar la pequeña embarcación que portaban.
Sin embargo, aquel capitán encontró pronto un barco y se puso en camino dispuesto a encontrarlo.

La batalla que se libró fue aburrida y descompensada. Los miembros del Sagres los superaban en número y, aunque intentaron sorprenderlos cuando la noche había caído, las dotes de todos los tripulantes hicieron que todo acabara por desgracia demasiado pronto. No obstante, el capitán concedió que el joven Zeff Madfire permaneciera entre los suyos después de observar lo habilidoso que era en cuanto a armas se refería. Aunque eso sí, había que tenerlo lo suficientemente borracho.
Drake se encargaba de vigilarlo para que no los traicionara. Aunque estaba deseosa de que lo hiciera ya que el precio a pagar era la muerte, y ella estaba ansiosa por rajarle de punta a punta el gaznate.

Sus miradas se encontraron, una más achispada que la otra pero ambas refulgentes de odio. Ninguno dijo nada, aunque Drake fue la primera en desviar la mirada dispuesta a poner orden en la cubierta.
- Así que… Tú crees que podrías ser el nuevo capitán ¿no? – Con los brazos en jarras se plantó delante de aquel que todavía tenía cogido al otro por la pechera, con una ceja alzada esperando una explicación.
El hombre titubeó sin contestar. – Porque quizá has olvidado quien está al mando ahora y que no dudaré en tirarte por la borda sin contemplaciones si intentas joderme.
Aquel hombre tragó saliva sonoramente mientras se alejaba con el ceño fruncido, visiblemente molesto.
- ¿Alguien más? – Nadie contestó, aunque Zeff le dedicó una bonita mirada desafiante. - ¡Pues a trabajar, panda de vagos! Vosotros dos, ocuparos del capitán. Tendremos que dedicarle un buen funeral… - Dos hombres se acercaron y agarraron el cadáver para llevarlo de vuelta al camarote. – ¡Ni se os ocurra meter ahí ese fiambre! Dejarlo a la sombra y engalanarlo ahí, llamad al médico y que él se ocupe del cuerpo. No quiero malos olores en mis nuevos aposentos. – Sonrió divertida antes de escuchar un resoplido a sus espaldas.

Zeff permanecía todavía sentado sobre el barril.
- ¿Algún problema, Zefferino? – Preguntó.
- El Sagres no es un navío que deba estar al mando de frágiles mujercitas. – Contestó entre dientes. - ¿Qué pensarán de nosotros cuando… hip… vean la panda de maricones en la que nos hemos convertido? … Argh, una mujer… - Sacudió la cabeza como si aquello no fuera comprensible de ninguna de las maneras. - ¡Nos darán por el culo en cuanto nos vean!
- Creo que eso ya lo hacéis sin necesidad de que os vea nadie… - La segunda de abordo chasqueó la lengua. – Y ándate con ojo, tuerto borracho, en este barco somos unas cuantas mujeres.
Zeff siguió mirándola con aversión, tocando levemente el parche que cubría el hueco de su ojo izquierdo y que al parecer se había volado, o reventado más bien, en una de tantas explosiones que había provocado. Se levantó trastabillando, sin soltar la botella que, olvidando que estaba rota, se llevó a los labios. Refunfuñó algo incomprensible y la tiró directa a la cara de Drake.
Suerte que gozaba de buenos reflejos y la esquivó casi a tiempo, aunque un nuevo rasguño apareció justo debajo del parche de ésta, como si Zeff hubiera querido recordarle que ella también era tuerta.

Flora Drake fue de las primeras que se enroló en el Sagres. Fue ascendiendo a pasos agigantados y pronto gozó del favor del capitán, en todos los sentidos. Se convirtió en su mano derecha, también en todos los sentidos, y dirigía el navío entre las sombras o esas eran las sospechas de toda la tripulación. Del mismo modo, también intuían que ella era la causante de la muerte del mandamás, pero nadie tenía el valor suficiente para decirlo. De su pasado no se conocía absolutamente nada, ni si quiera como había perdido el ojo. Ni tampoco que buscaba como pirata.
En resumen, Flora Drake era todo un misterio. Y poco a poco se había ganado el respeto de todos los miembros del Sagres. Bien era cierto que no hacía demasiado que la respetaban completamente y de verdad. Cuando el capitán todavía vivía ésta era su protegida, cuando comenzó a fallar ésta tuvo que trabajárselo y lo había conseguido al menos ante la mayoría.
El Sagres era un navío que tenía una historia y una reputación que mantener, y muchos como Zeff, opinaban que no lo conseguirían bajo el mandato de una mujer. Pero ella estaba dispuesta a sustentarla y sobre todo a mejorarla.

Aquel navío era un galeón de 38 metros de eslora y 10 de manga. Su armamento se componía de una veintena de cañones y una treintena de culebrinas que añadían a su gran velocidad un peligro evidente. En lo alto de la arboladura, compuesta por tres palos, ondeaba una bandera negra claramente pirata y semi-oculta entre las velas, que representaba una calavera rodeada por un tentáculo.

Era conocido como la sombra del Kraken por muchas razones.
El capitán había conseguido la embarcación mediante un trato no demasiado justo del que corrían muchas historias, y tras éste había decidido cambiar el nombre de Nuestra Santísima Señora de la Concepción por Sagres. El capitán era poco creyente, y había decidido borrar aquellas letras doradas por si era de mal fario llevarlo sin respetarlo.
Tras aquello, el Sagres ascendió en el ranking de navíos temidos.
Se contaba que el capitán tenía a su disposición un gran kraken, y por eso era imparable incluso sin viento. Además, ver a tal monstruo emerger completamente solo podía significar una cosa: la muerte. Y en cierto modo aquella leyenda no distaba tanto de la realidad, todo el que se topara con el Sagres no tenía opción alguna de salir con vida.

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miércoles, 20 de agosto de 2008

Te voy a hacer sonreir ♠ 12:48


||Jacqueline @ 12:48 | 0 Cmnts||

[Cerca de Polaris Port. Navío inglés y Jerjes, el Tirachinas Volador]

Y premio, el que la sigue la consigue y todos esos refranes tan monos que usaba la gente civilizada. En la parte delantera del barco acababan de caer dos de sus piratas a la vez, y eso era algo que reclamaba una espada más decente, como por ejemplo la suya. Y el hecho de que al inglés se le hubiera caído la peluca, revelando una cascada de mechones castaños, de que fuera almirante, y de que estuviera bien bueno, no tuvo naaada que ver en el hecho de que la capitana cortara el paso a Bryan poniéndole la parte roma de su espada en el pecho.
- Mío – declaró, antes de ir toda feliz a su encuentro, empujando a un par de ingleses para apartarlos de su camino e ignorando todo lo demás.

Cuando subió las escaleritas por las que sus dos subordinados habían caído tan estrepitosamente, se lo encontró recuperando su gorro del suelo, dado que la peluca que solían llevar los ingleses nadie sabía muy bien para qué, estaba arruinada.
-¿Nadie te ha enseñado a no dar la espalda a los invitados?- le preguntó burlona, pero por lo visto no estaba tan distraído como parecía, puesto que poco la faltó para ser ensartada de repente. La capitana soltó un silbido de apreciación.- La cosa se pone interesante, pero hace falta algo más para vencer a un capitán de barco pirata.

- ¿Capitana?¿Vos? – le faltó soltar una carcajada al inglés, mientras rodaba los ojos por el cuerpo de su oponente, alternando la mirada entre apreciativa, y despreciativa, como si le hubiera gustado más con un paquete de puntillas y faldas.
- Qué, ¿Te gusta la vista? – se rió ella, mientras le cortaba ligeramente el brazo. Podía haberle herido más, pero la expresión del rostro del inglés al saberse distraído no tenía precio.

~~~

- ¡Odio...! -el tacón de la bota fue a parar a las costillas, rompiendo una de ellas- ¡...a...! -otra patada. El sonido del hueso al romperse no hizo que se estremeciera- ¡...los...! -repitió el gesto- ¡...corsarios!

Volvió a darle una última patada. El pelo le tapaba parte de la cara;se lo colocó detrás de la oreja, jadeando mientras se alisaba los pantalones. Suspiró.

- Eh, cabronazo, ¿ya no tienes cuerpo para fiesta? -preguntó mientras, con una sonrisa en los labios, se sentaba a horcajadas sobre su abultado vientre, ahora amoratado por los golpes que Marcy le había propinado después de arrebatarle la navaja con la que su contrincante había intentado matarla- Vaaaamos -animó fingidamente, propinándole dos cachetadas en la mejilla, ensangrentada-, sonríe.

El hombre no respondió. La miraba con los ojos muy abiertos, atento a cualquier locura que a la loca de Naiper se le pudiera ocurrir. No es que tuviera muy buena fama entre los del gremio; ya se sabía lo mucho que se ensañaba con los corsarios cuando se topaba con alguno, fuera donde fuera. En aquellos momentos, miles de ideas macabras se le pasaban por la cabeza, esperando a lo que quisiera que la pirata iba a hacer con él.

Marcy ensanchó la sonrisa y alzó la navaja, poniéndola sobre los labios de él. Y seguía sonriendo; eso era lo peor.

El corsario negó con la cabeza. El semblante de la ladrona se tornó serio y, con el ceño fruncido, ladeó la cabeza como si de una niña pequeña sin entender la situación se tratara.

- ¿No quieres sonreir? -preguntó, falsamente preocupada.

El marinero negó de nuevo con la cabeza, cerrando los ojos con fuerza. Podría haberse zafado de ella con facilidad, pero el miedo lo había paralizado. Se había topado con una psicópata.

Marcy sonrió. Una sonrisa demencial.

- Yo te haré sonreir.

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martes, 19 de agosto de 2008

Asalto al navío inglés ♠ 9:58


||Rivsie @ 9:58 | 0 Cmnts||

[Localización: Cerca de Polaris Port, Jerjes el Tirachinas Volador/Barco Inglés]

Mientras tanto, en la otra punta del barco, la lucha era algo diferente al igual que pasaba con la ladrona. Bryan no degollaba a los marineros, solía elegir entre ellos a tres para su colección y su posterior disfrute personal en el Jerjes. Sonriendo, ordenó a Bowie que ejecutase a aquellos que no habían pasado la selección y continuó la lucha pues sólo había conseguido una persona de su agrado entre aquellos contra los que había luchado. Sacó su daga de la atadura de su pantalón y continuó hacia adelante con sus clásicos rugidos de combate, entre la marabunta se encontró de nuevo con la capitana, y, tras terminar con la vida de un británico que tampoco era de su gusto, la saludó sonriente.

- ¿Necesitas una ayudita por aquí? ¿Alguno de tu gusto? Si quieres le digo a Bowie que te atrape aquel pelirrojo que no te quita ojo de encima - este giró a su alrededor como si estuviese danzando y arremetió contra el pelirrojo al que se había referido.
Luchó unos minutos con él esquivando sus ataques y dándole golpes para debilitarle y no terminar con él mientras esperaba la respuesta de la capitana, pero no fue lo suficientemente rápida.
- Tarde para la decisión, demasiado feo - dijo Jelly Legs mientras lo degollaba salpicándose únicamente con dos gotas de sangre.

La capitana Eve había permanecido unos minutos en el Jerjes, para defender el barco, hasta que se dio cuenta de que bastante tenían los ingleses con el suyo, y que se estaba perdiendo toda la juerga. Leadfoot agarró con parsimonia una cuerda, sacó su sable, y se dirigió al otro barco lista para dar canela con arroz, sólo para encontrarse dos minutos más tarde mirando el cadáver de un pelirrojo poco guapo.
- Sintiéndolo mucho, estás nominado para abandonar el barco- le dio el último empujón para que cayese por la borda, y se volvió hacia su camarada pirata.
- No me ofendas, Bryan, ya sabes que a mi me va la erótica de poder- le sonrió macabramente y miró a su alrededor en busca de alguien con un rango más decente, y si tenían la cara a juego mejor que mejor.

~~~

Dentro del navío, Naiper estaba comprobando por sus propios ojos por qué el Santa Bárbara era tan rápido. A parte de marineros a los que les estaban dando, al parecer, una paliza allí arriba, el barco tan solo tenía algo de comida y mucha, mucha pólvora. A pesar de ello, no desistió, y siguió merodeando por los estrechos pasillos, ahora vacíos.
No sabía en que parte de la embarcación se encontraba exactamente, pero había dejado de escuchar los golpes contra el techo provinientes del exterior. Estaba oscuro, y un fuerte olor a humedad y a sudor hizo que Marcy arrugara la nariz, murmurando un "joder, que mal huele". Las tablas de madera crujían al pisarlas, y de vez en cuando le parecía escuchar pasos apresurados que se dirigían a la batalla.

Una de esas veces, Marcy giró la cabeza, temerosa de haber sido descubierta por algún inglés despistado.
Aguantó la respiración. Con las prisas -o con las confianzas- no había cogido ninguna de las armas que llevaba siempre encima, ya fuera por la borrachera o por la rapidez con la que Eve había hecho desembarcar a los piratas, y no es que fuera prudente cruzarse con alguien. Pero no había nadie desde el fondo del pasillo, acechándola.
Volvió a respirar y se llevó la mano al pecho, girándose de nuevo.
- Hola, preciosa.

Tuvo que levantar la cabeza para mirarlo a los ojos. Delante suya, un hombre enorme que superaba la altura de la ladrona con creces la miraba con una sonrisa en los labios, dejando entrever unos dientes amarillentos, sucios y colocados casi uno encima de otro. No llevaba camisa, y la enorme barriga brillaba a causa del sudor y la roña, que le daba un aspecto más repulsivo si cabía. Uno de los brazos estaba totalmente tatuado con motivos marinos, y la ladrona pudo vislumbrar en su muñeca un P grabada en la parte de la muñeca, confundiéndose entre los tendones marcados por un puño cerrado. Con la otra mano, alzaba en el aire una espada a su medida.
Traduciendo, una enorme.
- Coño.

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Jerjes, el Tirachinas Volador ♠ 5:03


||Jacqueline @ 5:03 | 0 Cmnts||

[Cerca de Polaris Port. Jerjes, el Tirachinas Volador - Navío inglés ]

- ¡Reputas!¡¡MARICONAZAS!! ¡A cubierta! - La capitana Eve Leadfoot no se había levantado con buen pie, si es que se le puede llamar levantarse a resbalarse de un mastil y pegarse el batacazo mayor contra la cubierta. Pero lo que definitivamente no mejoraba su humor eran las velas inglesas que podían observarse en el horizonte con dirección a Polaris Port.

Todos los hombres que formaban la tripulación de Jerjes, el Tirachinas Volador, iban de aquí para allá haciendo lo que fuera para que a la capitana no le diera por echarlos a los tiburones. Movían cuerdas, limpiaban cañones, izaban velas o fregaban la cubierta rápidamente, notablemente estresados por los gritos recriminatorios que Eve les dedicaba desde el timón.

- ¡VAMOS, NENAZAS!¡TENEMOS A LOS INGLESES PEGADOS AL CULO!

Los piratas no cesaron de trabajar. Davy era uno de ellos. Nervioso, correteaba de aquí para allá moviendo barrilles de pólvora y, de vez en cuando, ayudando a alguno de sus compañeros a transportar cualquier cosa pesada, a pesar de que las delgadas piernas le temblaran al intentar levantar cualquiera de los cofres y baúles que se habían amontonado en la proa del navío. Y los gritos... sentía que la cabeza le iba a estallar entre tanto grito, pero a pesar de ello no se atrevió a quejarse.No podía negar que la capitana era una mujer que realmente imponía. A pesar de haberse acabado de levantar, destilaba liderazgo.

El joven Davy echó al suelo uno de los barriles, jorobándose para poder llegar a él. Hizo que rodara con rapidez, adelantando la mano una tras otra, dándole impulso al gran cilindro de madera. Veía las tablas de dicho material girar velozmente, mezclándose entre si ante sus ojos.

- ¡MÁS RÁPIDO, MÁS RÁPIDO! ¡QUIERO VELOCIDAD! -volvió a gritar Leadfoot.

Los alaridos de la capitana apresuraron de nuevo a sus hombres. Davy escuchaba los pequeños maratones que hacían yendo de arriba a abajo. Por un momento alzó la mirada, observando con admiración a Eve Leadfoot girando el timón bruscamente. Era como si todos formaran parte de un mismo espíritu; la camadería era como...

- ¡LA MADRE QUE TE PARIÓ, LEADFOOT!

De repente, toda la actividad antes reinante en el Jerjes se paró en seco, como si el tiempo se hubiera detenido. Davy, sin saber de quién era aquella voz, apartó la mirada de la capitana, dándose cuenta de que todos los marineros habían levantado la cabeza hacia el mástil.

Los imitó.

Allí arriba, subida al pequeño cobijo hecho de madera, apoyada en el mástil y cogida a una de las cuerdas, Marcy Naiper los miraba con los ojos entrecerrados. Tenía una botella de ron sujeta con la mano izquierda, pues la otra estaba demasiado ocupada agarrándose a la dura y gruesa cuerda.

- ¡OSTIA PUTA, CON TANTO RUIDO! -gritó desde allí arriba. A pesar de estar tan alto, se la escuchaba perfectamente- ¿POR QUÉ COÑO NO PODEIS EMPEZAR UN POQUITO MÁS TARDE?

Davy había escuchado hablar de Naiper. No se sabía mucho de su pasado, solo que era una ladrona de primera. Había conseguido internarse en la enorme casa del gobernador, robando gran parte de su dinero. Aunque era solo un rumor, claro. Otros aseguraban que no había sido la casa del gobernador, sino la de la reina. Y muchas más habladurías. Marcy solía ser la comidilla de los guardias ingleses, junto a toda la tripulación del Jerjes.

A pesar de ello, Davy solo sabía una cosa segura sobre Marcy: hacía desaparecer las cosas, era afortunada en el juego y le gustaba el ron. Si juntabas todo ello y le dabas una espada, tenías una lucha de espadachines en toda regla, con la ladrona soltando improperios y la capitana Leadfoot apostando.

De repente, Marcy se dejó caer del cubículo, sujetándose a la cuerda con las dos manos y bajando por ella por rapidez. No se quemaba las manos al rozar; llevaba guantes. Ya no tenía la botella de ron en la mano, sino sujeta en la cintura por el pañuelo que se había anudado a modo de cinturón para que no se le cayeran los pantalones. El sonido de las botas chocando contra el suelo indicó que había llegado a cubierta.

- Que tengo resaca, joder -dijo, en un tono más bajo.

El silencio que Marcy había impuesto en toda la borda al descender del mástil dejó entreoír algo, que para cualquier persona ajena a esta embarcación podía tratarse de algo extraño e incluso de una obscenidad pero, que con el tiempo, para cualquiera que navegase en el Jerjes era prácticamente normal, es más sabían qué era e incluso más, de quién o quiénes se trataba.
Los sonidos provenían de la rejilla que daba acceso a las bodegas, que guardaban las provisiones para el viaje, y no eran más que extraños gemidos y golpes, los cuales se repetían con un intervalo cada vez más corto. Acostumbrados, los marineros continuaron su trabajo, esperando no recibir más gritos de la capitana.
Una vez cesaron los ruidos la rejilla se abrió y dejó paso a un despeinado y descamisado pirata, se trataba de Bryan. Este subió los últimos escalones junto a una bola rosa que vestía un pañuelo de lunares. Al llegar finalmente a la borda lanzó una mirada altiva a la capitana e imitó el gesto hacia Marcy, colocó la bola en su hombro y caminó por la borda a paso lento.

- Excitante día el de hoy - dijo mirando lascivamente a los marineros que trabajaban por la borda, con pasos largos se acercó hasta la capitana y sonriendo señaló a un par de marineros que preparaban uno de los cañones-: ¿Tal frío es el de hoy para que lleven tanta ropa?

- Rondando tu por aquí, glacial- contestó Eve mientras se ataba más firmemente el pañuelo a la cabeza.- Por si no lo has visto, tenemos compañía.
Dejó al lascivo pirata encontrar solito a los ingleses entre la marea de sudorosos marineros para acercarse a su ladrona favorita, que sufría de resaca.
- Tu, ¡desgracia!- la gritó al oído, jodienduna ella.- El Jerjes no va a llegar a Polaris por ciencia infusa, así que mueve el culo y haz de vigia.- Oh dios, que morbo daba dar órdenes.
La capitana se puso su chaqueta negra y volvió al timón, observando con preocupación que el barco inglés se hacía más grande en vez de pequeño. Mandaba huevos, que día.
- A ver, o movéis el culo, o movéis la espada, ¿está claro?- berreó.

Sin embargo, solamente los más valientes o desesperados se atrevían a embarcar, pues era bien sabido que sólo las más arriesgadas y suicidas empresas eran emprendidas por su tripulación de chiflados. O tal era la historia, porque la mayor parte del tiempo navegaban sin rumbo emborrachándose, atacando a los barcos ingleses que le daban alergia a la capitana, o pasando mercancía de contrabando. Sus supuestos tesoros eran las ganancias combinadas de la capitana y su segunda de abordo en las casas de apuestas.

Y por supuesto, igual de legendaria y estrambótica era la historia que situaba a Jelly Legs Bryan a bordo. De este pirata se decía que nunca había follado a alguien, si no al revés, y que mantenía maratonianas sesiones en las bodegas del barco con un oso rosa
Claro está, los hombres de bien consideraban estas historias como majaderías, puesto que sus civilizadas mentes no podían abarcar los ideales de la vida en altamar.

Y hablando de hombres de bien, a pesar de todos los berreos, gritos y alaridos de la inagotable garganta de Eve, los ingleses estaban ahora a un tiro de piedra. Esto, por supuesto, había sido debidamente comprobado arrojando una bota olorosa y maloliente a los ingleses, que se taparon la nariz asqueados con sus pañuelos bordados de Dior.

Por supuesto, esto no les impidió sacar sus estoques con la otra mano, y uno de los almirantes alzó el brazo libre para indicar a los marineros, a los que la bota olorosa les importaba un pepino, que disparasen los cañones.
Un estallido sonó antes de los cañones ingleses, mientras una carga de pólvora y hierro se incrustaba en la mano extendida del almirante procedente de la pistola de la capitana, cuyo grito de “¡¡FUEGOOO!!” se perdió entre el fragor de los cañones.

Al mismo tiempo que las balas, una bolita peluda y rosa volaba entre los dos barcos aterrizando en la cara de uno de los ingleses, que forcejeó con el unos momentos antes de quitárselo de encima, sólo para ser derribado por Bryan, que venía detrás.
- Hola guapo- le sonrió arrebatadoramente al hombre, del que sólo veía la roja cara entre sus piernas, y se levantó mientras el oso le cortaba la garganta, no fuera que el inglés le clavara el estoque en el culo. O espera, puede que eso no fuera tan mala idea…

Siguiendo la estela de su compañero de tripulación, la famosa ladrona Marcy Naiper pasó con soltura al otro barco, mientras éste se balanceaba por los cañonazos, y la pólvora silbaba a su alrededor. Conocía la afición de la capitana por hacer explotar los barcos ingleses, nadie sabía porqué le caían tan mal, y puede que pudiera conseguir algo de valor antes de que las balas del cañón dieran con la Santa Bárbara.

Los soldados de la marina, intentando servir a su país y bajo el mando de su pomposo capitán, intentaban herir a quienes podían con la bayoneta, ya fuera hundiendo la afilada hoja de metal en las carnes de los piratas o disparando a cualquier cosa que se moviera. Y, entre esas cosas, se encontraba la ladrona. Con actitud despreocupada despachaba a cada marinero que se le ponía por delante, ya fuera estrellándole la botella vacía de ron en la cabeza o rompiéndole un brazo como si tal cosa. A pesar de saber que volverían a ir a por ella en cuanto se levantaran no los mataba; le gustaba dejarles la diversión a sus compañeros. Avanzó hasta la puerta que daba al interior del barco, metiéndose con la naturalidad de alguien que estuviera en su propia casa, dejando atrás la lucha que mantenían la tripulación inglesa y la del Jerjes entre gritos y cañonazos.

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lunes, 18 de agosto de 2008

post de prueba ♠ 12:21


||Jacqueline @ 12:21 | 0 Cmnts||

me mola el porno. edd es una puta y marcy es la mejor. viva el ron!


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